sábado, 18 de enero de 2014

MATERIAL IMPORTANTE QUE NO DEBE FALTAR EN TU SALITA DE CLASE

ESTE RECURSO METODOLÓGICO SIRVE PARA QUE NUESTROS NIÑOS Y NIÑAS APRENDAN A RECONOCER COLORES, FORMAS, TAMAÑOS, DIMENSIÓN, ADEMÁS FORMAR CONJUNTOS, REFORZAR NOCIONES TEMPORO-ESPACIALES, ETC.

CUENTO




El avaro
El Avaro
Había una vez en una tierra muy lejana, un granjero que era muy avaro. Un día decidió vender todas las cosechas y productos de la granja para comprar un gran tesoro de oro, aunque su familia le rogó que no lo hiciera, que no podrían sobrevivir durante el invierno sin las cosechas, la carne y leche que habian producido los animales, pero sin hacerles caso, lo vendió todo y las monedas que le dieron las enterró en un gran cofre al lado de una vieja pared, e iba a verlo a diario. Uno de sus vecinos observó extrañado sus frecuentes visitas al lugar y decidió observar sus movimientos para intentar descubrir por qué hacía eso .
Pronto descubrió el secreto del tesoro escondido del avaro, y aprovechando que se fue a descansar se puso a cavar con mucha fuerza hacia abajo, hasta que llegó al tesoro, “que grande, este oro tiene que ser para mi” y se lo robó.
El avaro, en su siguiente visita, se encontró el hueco vacío y comenzó a  gritar, patalear, tirarse del pelo y decir todos los insultos que le venían y la cabeza, para al final ponerse a llorar desconsoladamente. Un vecino, al verlo se acercó para intentar ayudar a superar su dolor y le dijo: “No llore usted por la pérdida de ese oro que sólo contemplaba, coja  usted una piedra grande y bonita, la coloca en el agujero en el mismo sitio donde estaba el cofre del tesoro, y se hace la ilusión de que esa piedra es el oro, pues le hará exactamente el mismo servicio, porque cuando el oro estaba ahí, usted no hizo el menor uso del mismo y le da igual tener allí un gran tesoro o cualquier otra cosa ". Y diciendo esto se alejó dejando al avaro pensando en la razón que tenía su vecino.
El avaro estaba desolado ya que su familia no tenía nada para alimentarse, entonces dijo el menor de sus hijos, que era el más pillo:
- ¡Guardé algunos animales en un lugar alejado de la granja para que no pudieras venderlos!
Y con estos animales y volviendo las cultivar las tierras, pudieron sobrevivir, y el avaro entendió su gran error.
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CUENTO

Sudi y el tigre

Había una vez un pequeño indio llamado Sudi, a quien le encantaba gruñir a los tigres.
—Ten cuidado —le dijo su madre—. A los tigres no les gusta que les gruñan.

Pero a Sudi no le importaba y un día que su madre salió, fue a dar un paseo a ver si encontraba un tigre para gruñirle.
En cuanto apareció Sudi, el tigre saltó y gruñó: —Grr... Grrrr.... Y Sudi le contestó: —Grrrr.... Grrr... ¡EI tigre estaba enfadadísimo! "¿Qué se cree que soy?" —pensó— "¿Una ardilla? ¿Un conejo? ¿Un ratón?"
Así que al día siguiente, al ver acercarse a Sudi, saltó de detrás de un árbol y gruñó más fuerte que nunca. —Grrr... Grrrrrr...
—Tigre bonito... ¡Buen chico! —dijo Sudi, acariciándolo.
El tigre no pudo soportarlo y se alejó a afilar sus garras. Movía la cola y entre gruñido y gruñido repetía: —¡Soy un tigre! T -1 - G - R - E.
Entonces fue a beber al estanque. Cuando terminó, miró su reflejo en el agua. Era un hermoso tigre amarillo y cobrizo, con rayas negras y una cola muy larga. Gruñó otra vez, tan fuerte que llegó a asustarse a sí mismo. Salió corriendo. Al fin se detuvo.
"¿De qué huyo?" —pensó—. "Si he sido yo mismo. ¡Vaya, este chico me ha trastornado! ¿Por qué les gruñirá a los tigres?"
Al día siguiente, cuando pasó Sudi, lo detuvo.

—¿Por qué les gruñes a los tigres? —preguntó.

—Bueno —dijo Sudi—, en realidad, porque soy tímido. Y si les gruño a los tigres me siento mejor. No sé si me entiendes.
—¡Claro que te entiendo! —exclamó el tigre.
—Después de todo —siguió Sudi— los tigres son los animales más feroces del mundo y el que les gruñe es porque es valiente.
El tigre estaba encantado, y le gustaba que Sudi le respetara por ser también el un animal muy valiente.
Entonces le pregunto:
—¿Crees que los tigres somos más feroces que los leones?.
—¡Oh, sí! —contestó Sudi.
—¿Y los osos?
—Mucho más feroces.
El tigre ronroneó, amigable.
—Eres un buen chico —dijo, le lamió.

Después de eso, salían a pasear juntos con frecuencia y de vez en cuando se gruñían el uno al otro.

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